…por enseñar al mundo el arte de la gastronomía. El pasado 3 de mayo nos dejó Mey Hofmann, maestra y referente de la cocina y la pastelería. Se trata de una pérdida muy sentida por el mundo gastronómico, puesto que Hofmann es una de las personas que han ayudado a comprender la gastronomía tal y como es hoy en día: pasión por la exquisitez, buen gusto (también estético), la voluntad de entender y el valor de compartirlo.
Su pasión por la cocina estuvo siempre latente desde que era pequeña, también en paralelo a sus estudios, y afloró del todo en 1983 cuando decidió abrir su propia escuela. Desde entonces, miles de alumnos e ilustres chefs han pasado por los locales de la casa Hofmann. En 2004, el restaurante Hofmann obtuvo una estrella Michelin y, a lo largo de su vida, recibió multitud de reconocimientos internacionales de diferentes chefs, quienes atribuyen a Mey Hofmann el mérito de ser una de las precursoras de la cocina de vanguardia y posicionar a la mujer dentro del mundo culinario y de la enseñanza.
El origen de todo: la escuela y la pedagogía
Mey Hofmann compaginó sus estudios superiores (ciencias económicas, arquitectura de interiores, gemología y diseño de joyas) con estudios gastronómicos en las mejores escuelas de cocina de Europa, como Cordon Bleu y Lenôtre. Esto le permitió adquirir un conocimiento profundo de la gastronomía, impulsándola a abrir la escuela Hofmann, que hoy en día aún sigue impartiendo clases con el objetivo de “crear y recrear platos en los que se mantenga toda la esencia, sabor y aroma de las materias primas, y recuperar alimentos, aparentemente humildes, arrinconados por las modas, para devolverles el protagonismo que nunca deberían haber perdido”.
La trayectoria de Mey Hofmann nos demuestra el potencial de su formación académica y de su visión por los negocios. A partir de la escuela, Mey Hofmann abrió el restaurante, la pastelería, el espacio en la Seca (cercano a un teatro de Barcelona) la Taverna Hofmann, el Bistrot Hofmann y finalmente el Racó Hofmann. Pero no son estos locales el legado de Mey, sino la filosofía que hay detrás. Por todo esto, gracias Mey.